El ICTJ presenta una nueva perspectiva para la reparación y reintegración de niños y niñas víctimas de reclutamiento ilícito en Colombia

29/10/2014

A lo largo del conflicto armado en Colombia, decenas de miles de niños y niñas han sido reclutados ilegalmente por los grupos armados, lo que genera una vulneración múltiple de sus derechos fundamentales y tiene como consecuencia graves afectaciones físicas, emocionales, psicológicas y sociales.

En el informe titulado Reparación integradora para niños, niñas y jóvenes víctimas de reclutamiento ilícito en Colombia, el ICTJ presenta una nueva perspectiva para guiar la reparación y reintegración de los niños, niñas y jóvenes victimas de reclutamiento ilícito, así como un análisis de los programas implementados hasta ahora por parte de las instituciones colombianas para la reinserción y reparación de menores desvinculados de grupos armados.

“Es necesario repensar cómo se percibe, desde la institucionalidad, al niño y niña excombatiente”, explica Virginie Ladisch, directora del programa para la Infancia y la Juventud del ICTJ. “En lugar de reducir el análisis a lecturas dicotómicas que lleven a entenderlos como víctimas pasivas o como victimarios, debemos verlos como ciudadanos en formación, con derechos y responsabilidades”.

Para la elaboración de este informe se realizaron grupos focales y entrevistas en profundidad con 40 jóvenes desvinculados de grupos armados provenientes de diversas regiones del país. También se entrevistó a funcionarios del Estado, operadores judiciales, defensores de derechos humanos y varios expertos nacionales e internacionales.

El informe demuestra que para conseguir una reintegración social significativa y duradera de los niños y niñas excombatientes es esencial analizar en profundidad las múltiples causas y condiciones que dieron lugar al reclutamiento, su situación durante el período de pertenencia al grupo armado y las alternativas que se les ofrecen luego de la desvinculación.

En las palabras de uno de los jóvenes entrevistados para el informe: “No hay espacios para reflexionar sobre nuestras historias, no hay un proceso de duelo. Se enfocan en cómo prepararnos para encajar en la sociedad, en sus normas, sin entender por qué en algún momento salimos de ella”.

Ana María Jiménez, coautora del informe, subraya la necesidad de entender la capacidad de agencia de los jóvenes, de tomar decisiones por sí mismos, y para ello se apoya en las reflexiones de una de las participantes desvinculada: “Los programas de reintegración tratan a los jóvenes como objetos de compasión, y no como agentes y sujetos de derechos. El niño o la niña es tratado a partir de su pasado: Preguntan por su pasado, pero nunca por sus ideas o aspiraciones.”

Una reparación integradora

El informe defiende la necesidad de apostar por una “reparación integradora”, con planes individualizados que fomenten la construcción de ciudadanía y generen confianza cívica. Estos planes, que necesitan de mayor coordinación y presupuesto, deben enfocarse en cinco áreas principales: construir un proyecto económico que responda a las necesidades e intereses de los jóvenes y que contribuya a fortalecer su capacidad de sentirse agentes de su propia vida; ofrecer programas educativos (dentro de los programas de reintegración y reparación) que fortalezcan las herramientas y potencialidades de las y los jóvenes; brindar atención psicosocial para que aborden las experiencias violentas y su compromiso con la sociedad; incluir medidas que refuercen el enfoque de género y étnico; e incorporar una dimensión comunitaria en el proceso que permita la transformación de las relaciones sociales entre esta población y su entorno.

Como expresó una de las jóvenes desvinculadas a los investigadores: “Muchos de los niños y niñas somos grandes poseedores de experiencia en temas de supervivencia, salud y disciplina del campo por el grupo armado. Esto se desaprovecha. No es apreciada nuestra experiencia acumulada. Nos hacen dejar de lado estas cosas, borrarlas para crear un nuevo futuro negando lo que hemos sido y aprendido. Nos guían para aceptar un perfil que tal vez no es el nuestro, para ser panaderos, zapateros... A algunos les sirve, pero a otros no. No podemos aspirar a una carrera profesional, no podemos aspirar a más”.

Las investigaciones de este informe se han basado en el análisis de los programas de protección de menores del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), los programas de reintegración de excombatientes Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) y los programas de reparación de la Unidad para las Víctimas. En sus conclusiones, el informe recomienda que los programas para la reinserción y reparación de niños y niñas excombatientes sean liderados por la Unidad para las Víctimas, de forma que el programa incorpore un enfoque claramente de reparación, en coordinación con un equipo de enlaces dedicados a jóvenes desvinculados, que trabajen en conjunto con la ACR y el ICBF.


FOTO: Jóvenes en proceso de inclusión social, durante una actividad de reflexión luego de egresar del programa de reintegración del ICBF. Los jóvenes crearon un laberinto con piedras para hablar de su actual situación personal y laboral, así como para aportar sus reflexiones y críticas sobre diversos aspectos del proceso de reparación y reintegración por el que pasaron. Villa de Leyva, Colombia, junio de 2013. (Pedro Gacharna/Taller de Vida)