La CVR de Canadá entra en una nueva fase: preparar el informe final

21/04/2014

La Caja Bentwood, un arcón laboriosamente tallado en madera de cedro rojo por un artista indígena de la isla de Vancouver, ha presidido el estrado de los siete actos nacionales organizados por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá (CVR). Durante casi cuatro años, la Caja Bentwood ha viajado por el país, recibiendo docenas de obsequios que simbolizan trayectorias de reconciliación personales y los innumerables e imperecederos testimonios sobre las repercusiones de los Internados Indígenas. Del 27 al 30 de marzo, la Caja Bentwood subió al escenario por última vez en Edmonton, Alberta, donde unas 20.000 personas participaron en el último acto nacional de la CVR.

Dentro de la gira realizada por todo el país para recoger testimonios sobre los internados indígenas e informar a la sociedad sobre su legado, la CVR organizó siete reuniones, conocidas como actos nacionales, que desde 2010 han venido teniendo lugar en diferentes provincias del país: Manitoba, los Territorios del Norte, Saskatchewan, Quebec, Columbia Británica y Alberta. Durante los cuatro días que duró el acto de Edmonton se invitó a canadienses indígenas –naciones primigenias, inuit y métis- y no indígenas a formar parte del proceso de reconciliación escuchando declaraciones de los sobrevivientes, asistiendo a círculos, seminarios y actuaciones, o contemplando exposiciones informativas y viendo películas.

La CVR, creada en 2008, está entrando ahora en una nueva fase: la redacción de su informe final, basado en los más de 6.500 testimonios recogidos en vistas y declaraciones bajo juramento celebradas en más de 300 comunidades de todo el país. El informe, que debería estar listo a finales de junio de 2015, analizará el funcionamiento de los llamados Internados Indios, centros financiados públicamente pero dirigidos por la Iglesia en los que se separaba a los niños indígenas de sus familias y se los sometía con frecuencia a malos tratos de carácter físico, emocional y sexual.    
"En este último acto de Edmonton había muchos más sobrevivientes intergeneracionales con valor suficiente para compartir su historia”.

Durante más de 100 años, varias generaciones de niños indígenas fueron forzados a olvidar su lengua y su cultura, o por lo menos a avergonzarse profundamente de ellas.

Las repercusiones de los internados aún están muy vivas en la sociedad canadiense. Todavía angustiados por los abusos que sufrieron, muchos sobrevivientes de los internados han tenido problemas para recuperar su lugar en el entorno familiar y comunitario, algo que en muchos casos los ha conducido al alcoholismo y la drogadicción, la violencia doméstica e incluso el suicidio. Entre los jóvenes varones de las naciones primigenias e inuit, la tasa de suicidio es de 126 casos por cada 100.000 habitantes, frente a los 24 por cada 100.000 en el caso de los varones canadienses no indígenas. Las dolorosas experiencias de los sobrevivientes tuvieron un efecto directo sobre sus familias, aunque sus hijos y nietos no hubieran siquiera asistido a esos internados.

Más testimonios de víctimas intergeneracionales

Varios de los testimonios escuchados durante el acto nacional de Edmonton pusieron de manifiesto las duraderas consecuencias de los abusos. Kim Quinney comenzó el suyo diciendo: “soy una sobreviviente intergeneracional”; algo que explicó señalando: “hace muchos años que los internados indígenas desaparecieron, pero sus ciclos intergeneracionales no se han interrumpido”. Como sus padres no habían conseguido sanar del todo las cicatrices del paso por los internados, durante su infancia Kim sufrió malos tratos psicológicos, físicos, mentales y sexuales por parte de sus parientes. Se hizo toxicómana y tuvo muchas dificultades a la hora de criar a su hija. Cuando decidió ingresar en un centro especializado para sobrevivientes de internados indígenas, su madre le preguntó: “Kim, ¿por qué lo haces? A ti no te afectó, tú no fuiste a un internado indígena”.

La respuesta de Kim fue: “Cuando tú te fuiste del internado, dejaste atrás a tus maltratadores, pero yo he tenido que convivir con ellos”. Kim acompañó a su madre mientras ésta dio testimonio en el primer acto nacional de la CVR, celebrado en Winnipeg, y después fue su madre la que apoyó a Kim en el último acto nacional de Edmonton, cuando ésta decidió compartir públicamente su experiencia.

"Cuando tú te fuiste del internado, dejaste atrás a tus maltratadores, pero yo he tenido que convivir con ellos"
    La propia hija de Kim estuvo también sentada a su lado: allí estaban tres generaciones profundamente afectadas por el legado de los internados indígenas. Kim explicó: “a l escuchar la historia de mi madre comprendí por qué nos crió como lo hizo. Desde aquí no la culpo, la comprendo”.

Durante estos cuatro años en los que la CVR ha ido desarrollando su labor han sido cada vez más las historias sobre el legado intergeneracional de los internados las que han salido a la luz, dejando claro que ese doloroso pasado continúa repercutiendo en el presente. “Después de asistir a cuatro de los siete actos nacionales, en este último de Edmonton he comprobado que había muchos más sobrevivientes intergeneracionales con valor suficiente para compartir su historia”, señaló Virginie Ladisch, directora del programa de Infancia y Juventud del ICTJ. “Al contrario que en anteriores investigaciones sobre este asunto, como la Comisión Real sobre los Pueblos Aborígenes, el foro público que ha proporcionado la CVR parece haber permitido expresarse a personas que quizá ni siquiera reconocían las repercusiones de esos centros o que pensaban que no había un entorno en el que expresar su experiencia”.

Educando a los jóvenes

Durante la primera jornada, conocida como Día de la Educación, más de 2.000 niños de la región de los últimos cursos de primaria y de secundaria, abarrotaron el centro de conferencias de Edmonton. Participando en actividades especialmente pensadas para ellos –sesiones multimedia, actuaciones y proyecciones–, los alumnos pudieron aprender sobre ese oscuro periodo de la historia de Canadá y reflexionar sobre él. Antes de asistir a ese acto, muchos de los estudiantes sabían nada o muy poco sobre los internados indígenas.

“Es importante que todos sepamos que esto ocurrió en nuestro país. Debemos reconocerles. Debemos aprender del pasado y pasar página”, declaró Andrea Zapata, de la Escuela J.H. Picard de Edmonton. Andrea se quedó “conmocionada” al enterarse hace poco en clase de la existencia de los internados indígenas. Fue en 10º curso y le parece que fue demasiado tarde. Dice que asistir al acto nacional fue una “buena experiencia”. “Sabía que los aborígenes habían sufrido a causa de eso, pero no que hubiera tantas emociones. Ayer sentí realmente esas emociones”, explicó después del Día de la Educación.

Durante los cuatro días de sesiones, la CVR recogió 402 testimonios de víctimas, y cerca del 50 por ciento de los asistentes no eran de origen indígena. La reunión se siguió en Canadá y en el extranjero: más de 30.000 personas de 36 países siguieron las retrasmisiones en directo de la CVR.    
"Sabía que los aborígenes habían sufrido a causa de eso, pero no que hubiera tantas emociones. Ayer sentí realmente esas emociones"

Marie Wilson, una de las tres comisionadas de la CVR, recalcó que el acto de Edmonton ya ha incentivado a las autoridades a tomar medidas correctivas: “La provincia de Alberta, ahondando en el ejemplo de dos territorios del Norte, anunció que se compromete a desarrollar un nuevo programa de estudios obligatorio que abordará con sinceridad la historia de los internados indígenas y de los tratados en los que se basa la relación entre las naciones primigenias y el Estado canadiense. Entre tanto, tres localidades de Alberta, además de las dos principales ciudades de otras zonas de Canadá y la totalidad de los municipios de la provincia vecina de Columbia Británica, han declarado que celebrarán un Año de la Reconciliación”.

A pesar de que Edmonton ha sido el último acto nacional, los sobrevivientes y sus familias recalcaron que este no es el fin del proceso de reconciliación, sino el principio. “Este acto no va poner fin a nuestro dolor”, subrayó Gina McIntyre, sobreviviente de un internado indígena, durante su comparecencia ante el juez Murray Sinclair, presidente de la CVR. “Debemos seguir hablando de esto. Debemos seguir relatando nuestra historia”.

Todas y cada una de las historias de los sobrevivientes de los internados indígenas merecerían un libro propio, pero ahora los miembros de la CVR se enfrentan al enorme desafío de presentar las diversas experiencias y voces que han escuchado de un modo que satisfaga a los sobrevivientes y que ayude a Canadá a comprender lo que ocurrió en los internados, el porqué y el cómo, para que el país no repita esos abusos en el futuro.

“Hará falta un gran esfuerzo de colaboración para que el conjunto de las historias y conclusiones del informe final se ponga por fin a disposición del público en múltiples formatos, en las lenguas indígenas y en otros idiomas del mundo”, ha declarado Wilson. “Así sabremos que las nuevas generaciones y el mundo podrán aprovecharse del valor, la resistencia y la sabiduría de los sobrevivientes de los internados indígenas de Canadá, que lucharon para que su voz y sus relatos se escucharan gracias a la CVR. Siempre se les reconocerá como los héroes del Informe Final de la CVR”.

Haciéndose eco de los testimonios presentados ante la CVR, ahora la Caja Bentwood quedará depositada en el Centro Nacional de Investigación de la Universidad de Manitoba, donde se almacenará todo el material recogido por la CVR para ponerlo a disposición del público.


El ICTJ ha asesorado a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá desde su fundación, especialmente a través de nuestro programa para la Infancia y la Juventud en cómo incluir a los jóvenes en el proceso de búsqueda de la verdad en Canadá.

FOTO: El escenario principal de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá en Edmonton, Alberta, durante la ceremonia "Expresiones de reconciliación", en la que los canadienses ofrecen obsequios a la Caja Bentwood (derecha) como testimonios de reconciliación. (Marta Martínez/ICTJ)