La prevención es el primer imperativo de la justicia: justicia transicional, prevención y el futuro, y el pasado, de la consolidación de la paz

17/03/2022

La justicia transicional puede contribuir a la prevención de la violencia y el abuso, particularmente si aborda factores comunes como la exclusión y los agravios asociados. Puede facilitar la inclusión de grupos sociales que han sufrido violaciones de derechos humanos y marginación, y promover reformas a largo plazo de instituciones, leyes e ideologías. La relación de la sociedad civil con el Estado y el cambiante contexto global de consolidación de la paz juegan un papel importante en el impacto preventivo de la justicia transicional.

Si bien siempre ha sido un elemento integral de la consolidación de la paz, en los últimos años se ha dado prioridad a la prevención de la violencia en el discurso político sobre la paz y el desarrollo sostenibles. Más recientemente, el informe del Secretario General de la ONU sobre Nuestra Agenda Común , que articula un nuevo marco para la gobernanza multilateral y la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pide una "agenda de prevención revitalizada, integral y global", una que, entre muchas otras cosas, aborda “los derechos humanos desde la perspectiva de la prevención”.

El papel preventivo de la justicia transicional

La prevención es un objetivo clave de la justicia transicional. Los “Principios de Impunidad” de la ONU , por ejemplo, exigieron hace mucho tiempo a los estados que tomen medidas para garantizar que no se repitan las violaciones graves de los derechos humanos. Desde entonces, este concepto se ha definido más allá de su enfoque original en la reforma institucional para incluir también cambios sociales más amplios. El Secretario General ha afirmado que, al abordar todo el espectro de violaciones de derechos humanos, la justicia transicional puede “contribuir a lograr los objetivos más amplios de prevención de nuevos conflictos, consolidación de la paz y reconciliación”, y que “la prevención es el primer imperativo de la justicia”. .

El discurso de construcción de paz y desarrollo reconoce esta capacidad preventiva de la justicia transicional, particularmente en el tratamiento de la exclusión y los agravios asociados. Estos pueden actuar como impulsores comunes de diferentes formas de violencia, incluidas las atrocidades masivas, la violencia criminal y los conflictos violentos. La Agenda Común, por ejemplo, destaca la desconfianza y los agravios que pueden resultar de los abusos, la corrupción y la desigualdad. Aborda la importancia de brindar justicia al establecimiento de un nuevo contrato social en tales contextos. Según un nuevo informe del ACNUDH de la ONU al Consejo de Derechos Humanos , la justicia transicional debe utilizarse como "una herramienta política estratégica para mantener la paz y buscar el desarrollo sostenible, aprovechando el enfoque integral, centrado en las víctimas, participativo y de resolución de problemas de la justicia transicional".

Investigaciones recientes del Centro Internacional para la Justicia Transicional en Colombia, Marruecos, Perú, Filipinas y Sierra Leona refuerzan estas conexiones. En particular, señala el papel preventivo potencial que puede desempeñar la justicia transicional: puede facilitar la inclusión de grupos sociales que han sufrido violaciones específicas y marginación estructural, y promover la reforma a largo plazo de instituciones, leyes e ideologías que anteriormente perpetuaron violencia y discriminación. Una dimensión de esta dinámica que merece más atención es la sociedad civil, que el primer relator especial de la ONU sobre justicia transicional identificó como un elemento crítico pero poco examinado de la prevención, especialmente su papel en la agregación y amplificación de voces.

Sociedad Civil y Estado

La investigación del ICTJ ofrece numerosos ejemplos de la importante relación entre la sociedad civil y el Estado para promover el impacto preventivo de la justicia transicional:

  • En Colombia, la sociedad civil y la Corte Constitucional impulsaron la necesidad de abordar la discriminación de género y étnica a través de procesos de justicia para romper los ciclos de violencia.
  • En Perú, la implementación limitada de las recomendaciones de la comisión de la verdad ha dependido de la presión de los grupos de víctimas y otros actores de la sociedad civil.
  • En Filipinas, una comisión regional de la verdad en Bangsamoro recomendó que la sociedad civil y el estado trabajen juntos para abordar las causas del conflicto, como el despojo de tierras.
  • En Marruecos, la sociedad civil abogó por una comisión de la verdad independiente y reparaciones colectivas para las regiones marginadas y provocó un debate público sobre la reforma de las instituciones de seguridad.
  • En Sierra Leona, la sociedad civil ha estado involucrada en la reforma de la justicia y la seguridad, incluso a nivel local, y ha trabajado con instituciones estatales como la Comisión de Derechos Humanos.

Al mismo tiempo, sin embargo, aún se debe enfatizar la necesidad de apoyar a la sociedad civil. Los esfuerzos estatales para restringir, intimidar o comprometer a la sociedad civil pueden reducir la confianza pública en las instituciones estatales, limitar el impacto de la reforma y alimentar las divisiones sociales.

Pasado y futuro

En el futuro, la contribución de la justicia transicional a la prevención depende de su capacidad para abordar los impulsores comunes de la violencia y el abuso y garantizar que las consecuencias de las violaciones de los derechos humanos no se conviertan, a su vez, en tales impulsores o los refuercen. Tener un impacto significativo aquí requiere un enfoque claro en los vínculos entre la violencia y sus causas, la capacidad para abordar esas causas y una coordinación efectiva con agendas más amplias de construcción de paz y desarrollo. También depende del cambiante contexto mundial de consolidación de la paz. En su informe de la Agenda Común, el Secretario General de la ONU llama la atención sobre los “riesgos emergentes y las tendencias peligrosas”, incluidas las redes transnacionales de violencia y las conexiones entre el cambio climático y la inestabilidad. Si va a ser parte del futuro de la consolidación de la paz, la justicia transicional debe adaptarse constantemente a este contexto cambiante. Tiene que desarrollar estrategias para abordar estos riesgos como parte de la naturaleza evolutiva del conflicto violento, la represión y la exclusión social y económica, así como las demandas sociales recientes para enfrentar los legados de errores históricos como el colonialismo y la esclavitud.

Pero es igualmente importante reflexionar sobre de dónde venimos como campo, para guiarnos hacia adelante. Es imperativo aprender de nuestro propio pasado, por ejemplo, de dos décadas de consolidación de la paz en Afganistán. Esto incluye tanto el progreso que lograron los afganos en áreas como la educación y los derechos de las mujeres, así como la insostenibilidad de ese progreso debido a que no se abordaron problemas estructurales como la corrupción, la desigualdad y la marginación. Comprender estos vínculos entre el futuro y el pasado es la esencia de la justicia transicional, pero también es clave para su relación con la consolidación de la paz.