El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha aprobado hace poco el mandato de constitución de una relatoría especial destinada a fomentar la verdad, la justicia y la reparación, y a garantizar la no repetición de atrocidades. Nos encantaría saber qué piensa Caitlin sobre este puesto y sobre su impacto en el sector.
Claire Garvie, coordinadora de comunicaciones del ICTJ, conversó con Caitlin Reiger, directora de relaciones internacionales del centro, para conocer más detalles sobre el nuevo cargo.
CLAIRE GARVIE: Gracias por acompañarnos, Caitlin. ¿Podría analizar brevemente la importancia y los objetivos de este nuevo puesto?
CAITLIN REIGER: Bueno, este procedimiento especial es muy significativo porque demuestra que para el Consejo de Derechos Humanos, uno de los organismos más importantes de la ONU, es importante abordar el legado de las violaciones de derechos humanos de manera global. Sin embargo, también es importante en sí mismo, por su estructura, es decir, porque se apoya en pilares fundamentales como la lucha contra la impunidad, desarrollados por el sistema internacional, y en realidad por partir del derecho internacional, pero reconociendo que estamos ante un asunto que precisa de más colaboración.
GARVIE: ¿Y cuáles son las tareas más importantes que tendrá que desempeñar quien ocupe ese puesto?
REIGER: El mandato es muy amplio, así que las tareas serán muchas. Lo primordial será su posible papel como asistente y asesor técnico para Estados que están lidiando con legados de violaciones masivas de derechos humanos o con vulneraciones del derecho humanitario internacional. Está además una especie de labor de filtrado de las mejores prácticas; de manera que se esperará que el relator especial reúna información sobre la evolución reciente del sector, lo que ha funcionado y lo que no en cada país. Se tratará de fomentar esas prácticas y de hacer recomendaciones sobre cómo mejorar las medidas de justicia transicional a nivel nacional.
Está también una especie de papel de interlocutor con los Estados, y puede que el relator especial realice visitas a los países -y se esperará que lo haga- y que establezca conversaciones al más alto nivel. Esa es una de las ventajas de tener un relator especial.
También están una especie de disposiciones a largo plazo sobre la necesidad de informar regularmente, no solo al Consejo de Derechos Humanos, sino a toda la Asamblea General. Y, más en general, la labor de concienciar sobre la importancia de un enfoque global y polifacético.
GARVIE: ¿A qué clase de desafíos cree usted que puede enfrentarse el relator?
REIGER: Puede que se enfrente a desafíos sobre lo que de verdad, y siendo realistas, puede hacer un relator especial. En gran medida, es un puesto simbólico, aunque no únicamente. Sin embargo, es importante, para todos los afectados, que las expectativas sean realistas.
Este puesto, como el de cualquier otra relator especial, no está remunerado, para así conservar la independencia de quien ostenta el mandato, pero sí que cuenta con cierto apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humano, a través de dos asistentes que ayudan al relator. Y la ONU también corre con los gastos de sus visitas a los países, cubre sus gastos de viaje, etcétera; cosas relacionadas con la aplicación del mandato.
Pero no es mucho. Así que, siendo realistas, un relator especial solo puede visitar dos países al año, y quizá emitir un informe anual. De manera que los demás desafíos suelen tener que ver con la necesidad de contar con una institución que respalde al relator y ayude a compensar lo limitado de sus recursos.
Aparte están, evidentemente, los desafíos políticos, ya que quizá los Estados no quieran recibir a un relator especial que arroje luz sobre sus prácticas y políticas.
Así que creo que va a ser importante que el relator especial sepa manejarse en ese entorno, buscando formas de relación constructivas, pero sacando también el máximo partido a los resortes que proporcionan la publicidad y la atención que conlleva ser relator especial, a las puertas que puede abrirle.
GARVIE: ¿Cómo es el proceso de selección del candidato y qué experiencia y cualificación cree usted que son imprescindibles para el puesto?
REIGER: En la actualidad, todos los relatores especiales y quienes ocupan puestos creados por mandato especial se eligen mediante un proceso muy transparente, dirigido por el propio Consejo de Derechos Humanos. Así que el Consejo hará una petición de solicitudes, que pueden presentar los propios candidatos, y también instituciones, Estados y organizaciones no gubernamentales.
Después hay una comisión que revisa las solicitudes seleccionadas y hace recomendaciones al Consejo de Derechos Humanos sobre los candidatos más capacitados. Y lo más probable es que se elija al relator durante una votación que se celebrará durante la próxima sesión del Consejo de Derechos Humanos, en marzo de 2012.
Como usted ha dicho, es un mandato general, muy amplio. Y por eso se necesitará a alguien con un historial relacionado con el abanico de asuntos de los que habla el mandato. Creo que es importante que se elija a alguien que pueda orientarse por entre las realidades que exigen las realidades nacionales, y las propuestas tendrán que adaptarse a cada contexto.
Las otras capacidades... no se trata tanto de capacidades, sino del apoyo institucional que hemos mencionado, de la limitación de recursos que pesa sobre el relator especial. Es muy frecuente que los relatores especiales tengan apoyo de instituciones académicas, porque es bueno... porque es frecuente que así se complemente el apoyo institucional. Creo que en este caso se podría seguir ese modelo, pero también me parece importante que quien ostente el mandato sepa que, más allá de un enfoque puramente académico, hay que aplicar medidas en contextos nacionales, hay que comprender las realidades sobre el terreno.
