El ICTJ presenta la serie de la PBS “Mujeres, guerra y paz”

14/10/2011

Hoy en día, en país en conflicto, a menudo es más peligroso ser una mujer que un soldado. Las mujeres suman la mayoría de las víctimas civiles y son el objetivo específico de violaciones y otros tipos de violencia, que se han convertido en un arma de guerra y de limpieza étnica. Aun así, las mujeres se están erigiendo como actores vitales en las negociaciones para conseguir una paz duradera.

El canal de televisión PBS estrenó el 11 de octubre la serie de documentales "Women, War & Peace," (Mujeres, guerra y paz). La serie pone de relieve el papel que las mujeres juegan en países en conflicto como objetivos de la violencia y a la vez piezas clave en los procesos de paz.

El director de comunicaciones del ICTJ, Refik Hodzic, conversó con Pamela Hogan y Gini Reticker, quienes, junto a Abigail Disney, han producido la serie de cinco episodios.

HODZIC: La serie muestra el cambio espectacular al que estamos asistiendo en las últimas décadas en lo que podríamos denominar ejecución de los conflictos, es decir, en el tipo de víctimas que sufren la violencia. Y hemos pasado de conflictos en los que las principales víctimas eran soldados que morían principalmente en el campo de batalla, a otros en los que los más afectados son los civiles, y entre ellos las mujeres y los niños. Partiendo de su experiencia en la realización de estos cinco episodios, que se centran en Bosnia, Colombia, Afganistán y Liberia, ¿cuáles son los factores subyacentes? ¿Qué está causando esta situación en la que las mujeres son el blanco principal de los actos de violencia?

HOGAN: Uno de los factores principales es la escalada en el tráfico de armas pequeñas. Es decir, en la mayoría de los países se puede conseguir un AK-47 más o menos por lo que vale un saco de azúcar. Y este cambio se viene produciendo desde que terminó la Guerra Fría, cuando podríamos decir que el tráfico de armas pequeñas estaba de algún modo regulado. Y eso ha cambiado por completo desde entonces. Y no hay ningún tratado, ni parece que nadie tenga voluntad de crearlo. Así que eso ha sido un factor determinante.

RETICKER: Es cierto, y también creo que durante la Guerra Fría una de las cosas que ocurría era que había cierto control sobre los conflictos. De manera que desde que terminó la Guerra Fría han estallado muchos.

Para mí, mi experiencia cuando estaba en Liberia rodando, es decir, cuando fui allí por primera y comencé a rodar Pray the Devil Back to Hell (Roguemos para que el diablo vuelva al infierno), recuerdo que pensaba: vamos a ver, si aquí el malo es Charles Taylor, entonces en el LURD (Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia) deben de estar los buenos, pero yo tenía una visión muy simplista de los conflictos, los veía así. Y no tardé en darme cuenta de que no, de que entre los combatientes no había buenos. De que en realidad se estaba luchando por diamantes, caucho, minerales, madera, que había una auténtica pugna por los recursos que enfrentaba fundamentalmente a criminales. Y como ha dicho Pam, al poder conseguir armas y no haber control de las superpotencias, todo eso estalló.

Y creo que ahora las mujeres son blanco de la violencia porque en realidad no se trata de matar gente, porque la necesitas, sino de controlar a la población. Y si violas a una mujer delante de todo un pueblo, controlas ese pueblo. Creo que tiene que ver con eso.

HODZIC: Al mismo tiempo, somos conscientes de que durante los conflictos, a lo largo de la historia, las mujeres han sufrido actos de violencia, sobre todo violaciones, que se utilizan como arma de guerra. Pero ahora parece que, primero, somos más conscientes de las prácticas que se utilizan, es decir, del carácter sistemático de esas campañas de violencia, y, segundo, que están teniendo lugar a mayor escala. Si pensamos, por ejemplo, en Bosnia, el primer episodio de su serie se centra en ese asunto, en ese fenómeno.

HOGAN: Claro, la violación siempre ha formado parte de la guerra y es algo que ocurre durante las guerras. Siempre se ha creído que es una especie de consecuencia no deseada de la guerra. Pero lo que cambió con Bosnia es que las violaciones masivas que formaban parte de la limpieza étnica que sufrió la población musulmana conmocionaron y escandalizaron al mundo y a la comunidad internacional, impulsando realmente la creación del Tribunal de La Haya, que fue el primer tribunal penal internacional desde Núremberg.

La violación no es algo... a los jueces no les gusta especialmente juzgar estos casos. A los abogados no les gusta llevarlos a los tribunales. A los testigos no les gusta hablar de ellos. Ha habido un silencio enorme. Pero llegó un momento, durante la guerra de Bosnia, en el que las mujeres que habían sufrido esta horrible tortura personalmente y en sus pueblos, dijeron: "Alzaremos la voz. Iremos a La Haya. Esta vez sí queremos contar nuestra experiencia". Y después hubo fiscales que colaboraron con ellas. En muchos casos mujeres, que les decían: "Trabajaremos con vosotras. Crearemos un entorno en el que podréis hablar con seguridad. Un programa de protección de testigos. Es decir, no tendréis que revelar vuestra identidad si no queréis. Y pondremos los medios para que podáis contar vuestra historia".

HODZIC: Cuando hablamos del Congo, en realidad hablamos, por desgracia, de una violencia continua, de una guerra continua contra las mujeres. En su serie, el episodio sobre Colombia muestra bien esa realidad. ¿Podrían hablar un poco más sobre las principales consecuencias que tienen esas circunstancias para las mujeres? ¿Cómo les afecta esa guerra continua en comunidades que sufren una violencia constante?

RETICKER: Mire, voy a partir de nuevo de mi experiencia en Liberia, porque fue un conflicto que se prolongó durante mucho tiempo. Durante las guerras, a veces las mujeres pueden tener una movilidad de la que carecen los hombres. Por ejemplo, en Liberia, si las mujeres... si un hombre salía a la calle podían reclutarle por la fuerza. Si un individuo que estaba en el ejército de Taylor o en el LURD decía "Ya no quiero seguir con esto", le mataban o le metían en la cárcel. Así que cuando las mujeres se manifestaban sobre el terreno, exigiendo que los contendientes se sentaran a negociar, no querían ir acompañadas de ningún hombre, porque sabían que, de ser así, los atacarían. Sin ellos podían moverse y hacer cosas que los hombres no podían hacer.

HODZIC: Y, hablando de Liberia, creo que Praying the Devil Back to Hell nos ha enseñado los milagros que pueden hacer las mujeres si se organizan, defienden la paz y participan en el proceso de paz después de un conflicto. Sin embargo, siguen estando muy poco presentes en las conversaciones de paz, y podemos decir que solo representan alrededor del 3% de los negociadores.

En vista de su experiencia, ¿hasta dónde creen ustedes que deberían llegar las mujeres para poder tener tanta influencia como la que han tenido en Liberia? Y, quizá para quienes no han visto la película, podrían hablarnos de ese fenómeno tan increíble que tuvo lugar cuando las mujeres llegaron realmente a obligar a firmar la paz a los combatientes.

RETICKER: Las mujeres tenían clara su estrategia, y estoy segura de que en otras situaciones esa estrategia se desarrollaría de forma distinta. Pero en Liberia lo que hicieron fue reunirse, mujeres que tenían parientes en ambos bandos, y dijeron: "Vamos a mantenernos al margen del debate político. Solo queremos una cosa: la paz. Y vamos a exigírsela a los dos bandos. Son ellos los que tienen que encontrar la manera de hacerlo. Pero nosotras se lo vamos a exigir".

Desde luego, no fue dicho y hecho. Es decir, que las mujeres tuvieron que seguir luchando, hasta el punto de que unas negociaciones que tenían que durar una o dos semanas, se prolongaron durante seis, mientras los hombres seguían lanzando bombas. Más o menos llamaban al campo de batalla desde la mesa de negociación y decían: "No ha salido, no he conseguido lo que quería. Bombardea este sitio y quizá mañana lo consiga". Hasta que al final, frustradas, las mujeres rodearon el lugar donde tenían lugar las negociaciones y dijeron que no los iban a dejar salir hasta que llegaran a un acuerdo. Y allí había mucha prensa viendo lo que hacían las mujeres, y cuando las amenazaron con detenerlas, ellas amenazaron con desnudarse delante de todo el mundo.

Allí la estrategia funcionó estupendamente. No sé si habría sido así sin cámaras, y es que me parece que las estrategias de la gente son distintas en cada situación. Pero también sé que una de las cosas que he preguntado a las mujeres de Liberia es cómo tuvieron el valor de levantarse como lo hicieron. Y más o menos lo que me dijeron fue que había que elegir entre eso o la muerte. Es decir, la gente se mueve cuando el peligro es enorme. Y a veces no se mueven hasta que no llegan a ese punto.

HODZIC: En ese mismo sentido, ¿qué lecciones cree usted que se pueden extraer de esa experiencia para quizá aplicarlas a otros contextos?

HOGAN: Una de las grandes cosas que ocurren en estas negociaciones de paz es que los recursos se reparten para reconstruir la sociedad después del conflicto. Y es frecuente que sean recursos internacionales que llegan al país porque en ese momento está bajo los focos y todo el mundo quiere que la guerra cese.

Una de las personas con las que hablamos en la serie es Patrick Cammaert, que había estado encargado de unidades de mantenimiento de paz en zonas de guerra, y su receta es: entregar algo de dinero a los señores de la guerra, partirlo en dos -hay que sobornar a cierta gente- pero dar el resto a las mujeres y a los sectores sociales que no libraron la guerra, pero que fueron sus principales víctimas, y así se obtendrán buenas ideas para aunar fuerzas, curar y reconstruir.

HODZIC: A este respecto, ¿qué lecciones creen ustedes que la comunidad internacional debería extraer y aplicar teniendo en cuenta el cambio que se ha producido en los resultados de los conflictos, que ahora sufren primordialmente los civiles, y también con respecto al papel que tienen las mujeres en las conversaciones?

HOGAN: Quisiera decir que una de las conclusiones más sencillas, más concretas de nuestra investigación y de las conversaciones que hemos mantenido en estos episodios es que, si implicas a las mujeres en la desmovilización, cuando las armas se llevan a un puesto de control centralizado y a la gente se le da cierta cantidad por entregar su arma y por dejar de combatir; si implicas a las madres, abuelas y tías, tendrás un proceso más fiable, porque, ahora mismo, ese proceso lo suele dirigir la ONU, sin consultar a la comunidad.

¿Acaso no ocurrió algo increíble en Liberia cuando las mujeres comenzaron a participar en el proceso?

RETICKER: Bueno, las mujeres en realidad lucharon por participar en el proceso de desmovilización y lo que dijo la ONU fue: "No, es nuestra responsabilidad, nosotros sabemos cómo manejarlo". Y ellas dijeron: "Escuchad, en Liberia hemos pasado por esto muchas veces".

Así que lo que ocurrió fue que el primer día de la desmovilización se presentaron todos esos individuos. Apareció más gente con armas de la prevista. Se quedaron remoloneando por allí, fumando marihuana, bebiendo y hacía mucho calor. Hicieron cola durante horas con sus armas y la situación comenzó a ponerse muy desagradable, en realidad llegó un momento en el que la ONU se retiró y dejó que las mujeres se hicieran prácticamente cargo de la situación, y ellas consiguieron tranquilizarlos, porque los conocían. Eran sus parientes, sus amigos, lo que fuera; es decir, eran de su comunidad. Y eso fue lo que hicieron: rebajar la tensión. Les costó cuatro días, pero después se reagruparon. Y después de eso, la ONU comenzó a trabajar con las mujeres, y les preguntó cómo podían colaborar en la desmovilización, qué idiomas se necesitaban, dónde estaban las armas.

Pero creo que lo que estaba diciendo Pam... lo que decía Patrick Cammaert es: piensen en esa posibilidad. La mayoría de los procesos de desmovilización se basan -y así está ocurriendo también en Afganistán- en intentar que los soldados se retiren del campo de batalla prometiéndoles un trabajo, y en darles dinero a cambio de su arma. ¿Y qué puede ocurrir en una comunidad en la que se han cometido atrocidades, en la que tienes a un individuo que las ha cometido al que se le paga para volver, y vuelve y le das dinero? Pero la gente que ha sufrido sus atrocidades, por ejemplo, una mujer que ha sido violada, expulsada de su familia, y que quizá lo haya perdido todo, ve que ese sujeto regresa a su comunidad, que tiene prestigio y que le dan trabajo. El caso es que le perdonan, pero ella no tiene nada.

¿Por qué no.. como Pam ha dicho que señaló Patrick, por qué no dar cierta cantidad de dinero a los señores de la guerra o a los hombres armados, porque eso sí lo tienes que hacer, pero después decirles que los programas van a estar realmente controlados? Es decir, tiene que haber una organización, y las mujeres van a tener representación en ella, y no los individuos que libraron la guerra.

HOGAN: Claro, yo creo, en un sentido muy amplio, que de lo que estamos hablando es de que, si centras la atención en las mujeres y las incluyes en el relato, comprendiendo que en una zona de guerra son un activo, después verás que pueden desempeñar un papel realmente estratégico. Los militares están comenzando a darse cuenta de ello. En Afganistán han creado equipos de acercamiento a las mujeres, porque se han dado cuenta de que cuando sus hombres estaban por allí, llamando a la puerta de las casas, no hablaban con el 50 por ciento de la población afgana.

Y esto es algo que Hillary Clinton dijo durante las audiencias previas a su nombramiento como secretaria de Estado, lo que dijo es: "Pienso que las mujeres son importantes para la política exterior. Voy a sacarlas de la acción humanitaria y a situarlas en el centro". Por un lado está la seguridad y por otro la política exterior.


El caso colombiano

Women, War and Peace se estrenó el 11 de octubre en el canal de televisón PBS. El cuarto capítulo de la serie, The War We Are Living (La guerra que estamos viviendo) se centra en las áreas rurales de Colombia, donde la guerra nunca termina. En la región de Cauca, dos mujeres afro-colombianas luchan para defender su región, rica en oro, y no ser desposeídas de sus hogares. Las mujeres de la región se dieron cuenta de que, en tiempos de guerra, ellas se pueden organizar con mayor libertad que los hombres, siempre amenazados por los paramilitares.

Puede obtener más información sobre la serie Women, War and Peace en la página web de la PBS.

Vea el trailer

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